En el enfoque tradicional de diseño de experiencias, ya sea web o mobile, los análisis de la competencia, las buenas prácticas y las presunciones personales han servido para justificar tomas de decisiones. De esta manera, la definición de elementos, su distribución y la navegabilidad, por ejemplo, suelen estar determinadas por criterios subjetivos de los intervinientes del proyecto.
Se pueden escuchar a lo largo del proceso frases como “en otro proyecto hemos usamos este recurso” o “la aplicación de la competencia lo hace de esta manera”. De esta forma, la medición es solo un recurso de último momento, que no se contempla para tomar decisiones, sino que solo se utilizan los datos para justificar caminos ya elegidos mucho antes.
Según informes de HubSpot, el 42% de las compañías solo vuelve a revisar su plataforma web o app una vez al año desde que es lanzada al mercado y allí realizan un proceso de cambios masivos. El mayor inconveniente surge si se encuentra una performance deficiente con respecto a los resultados esperados, ya que demandará realizar cambios críticos en un periodo muy breve.
La era del Growth-Driven design
La capacidad de obtener información generada a partir de los distintos puntos de contacto entre marcas y consumidores, ayuda a comprender mejor hábitos y comportamiento, y a reconocer y medir las respuestas de nuestro público a los estímulos que planeamos.
De esta manera, se puede pensar en el diseño web o de aplicaciones desde una perspectiva centrada en el usuario, y respaldada en decisiones que parten de información comprobable. Ya no se mide para evaluar la performance del sitio o la aplicación, sino que se construye un marco claro de objetivos y parámetros de medición desde el comienzo. Desde el primer momento se decide qué y cómo se medirá el éxito de la experiencia para realizar una constante optimización.
La iteración como clave del éxito
La información que se obtiene a partir de interactuar con el usuario funciona como input del proceso de iteración que permitirá obtener resultados incrementales. A este enfoque se lo denomina growth-driven design y contempla la integración de mediciones, testeos y aprendizajes como motor de un ciclo de mejoras continuas aplicadas a proyectos.
La posibilidad de realizar ajustes y mejoras continuas surge de un plan de monitoreo de performance y optimización continuo, que comienza con la estrategia de medición. Se deben establecer objetivos claros de negocios y experiencias basados en indicadores concretos, para luego definir qué eventos se deberan trackear y construir un plan de test and learn para optimizar resultados.
Mientras que un enfoque tradicional en el diseño de sitios web o aplicaciones representa un modelo riesgoso, que a largo plazo puede generar costos de rediseño integral, un diseño basado en el Growth-Driven genera un lanzamiento rápido y un crecimiento orgánico y ágil, generado a partir de decisiones concretas basadas en datos, que se aplican en un ciclo de mejoras continuas.